La arquitectura funeraria ha estado presente desde los anales de la historia y como cualquier otra disciplina también ha ido evolucionando a lo largo de los tiempos. Así, el pasado siglo destacó por su discreción, motivada en gran parte por el declive de las religiones y un deliberado interés por alejar estos espacios de los núcleos urbanos al convertirse la muerte casi en un tabú en nuestra sociedad. A pesar de ello, la arquitectura contemporánea ha dado un paso al frente para reivindicar su importancia también en este ámbito de dar sepultura a nuestros fallecidos.
Buena muestra de ello es el mausoleo de Santa María de la Cruz en Melbourne, Australia, diseñado por la firma que dirige desde 1985 Philip Harmer. Su estudio se inscribe en un movimiento renovador de este tipo de construcciones que persigue “darle sentido y dignidad al momento más doloroso de la existencia humana”, explican. Oriundos de esta ciudad australiana, destacan por su preferencia para favorecer la expresividad de las formas.
Este mausoleo parte del deseo de la comunidad italiana –que se instaló en Melbourne tras la segunda guerra mundial– para contar con un lugar de sepultura acorde con sus tradiciones y sirve como ampliación del cementerio de Santa María. El nuevo edificio está envuelto por paredes ligeras, logrando una imagen imponente pero sin ser abrumadora. Su planta es rigurosamente longitudinal, debido a la falta de espacio que impidió otras formas en las que se pudieran colocar pabellones o patios interiores. La parte publica está delimitada por una vistosa envoltura que rodea los panteones, también alojados en una cripta subterránea.
Dos largos pasillos paralelos reciben a los allegados con altas galerías abiertas al exterior mediante amplias aperturas verticales, practicadas en una pared plisada revestida de zinc policromo. Este plisado está presente a su vez en el centro parroquial vecino, también diseñado por este mismo estudio. Las ventanas permiten el acceso a la luz, que juega con paneles perforados en forma de cruz, así como disfrutar desde el interior de las vistas al paisaje.
NUEVOS MATERIALES
En contra de los que “mandan” los códigos tradicionales de la arquitectura funeraria, Harmer no comparte el gusto por los materiales pesados, granito y hormigón. Al contrario, utiliza otros elementos como madera, acero inoxidable y dos tonalidades de zinc –Vmzinc ha sido la empresa encargada de suministrar estas láminas para la fachada y cubierta– con el objetivo de fundir el edificio en el contexto del cementerio ya existente. “La durabilidad de todos estos materiales nos ha parecido la más apropiada para acoger a personas que se quedarán para siempre, hasta la eternidad”, apunta el arquitecto.
Su estudio ha llevado a cabo proyectos similares a petición de la comunidad italiana, como los mausoleos de Mildura y Victoria, también en Australia. Entre sus fuentes de inspiración para trabajar la policromía y las formas fragmentadas, destaca la aportación del arquitecto catalán Enric Miralles, creador del cementerio de la Igualada, situado cerca de Barcelona. Otra reminiscencia clave es la obra del americano Bruce Goff, alumno de Frank Llloyd Wright, que se caracteriza por un uso muy libre a la vez que imaginativo de las formas y colores, técnica muy innovadora para la arquitectura funeraria que tradicionalmente ha optado por diseños más áridos, de dimensiones muy regulares.