La construcción del edificio que alberga la casa cuartel de Riaza, en Segovia, data de 1950 y en aquella época, cuando se levantó, no se realizaron los trabajos oportunos y necesarios para aislar correctamente los muros y evitar así el ascenso de humedad por capilaridad. Se ha comprobado que en la ubicación en la que se encuentra esta construcción el nivel freático está muy alto, lo que en época de lluvia provoca una entrada masiva de agua por sus muros.
Históricamente estas patologías han sido tratadas con diferentes soluciones, como incorporar morteros de hormigón, trasdosados de pladur, morteros macroporosos, etc. La humedad persiste en su ascenso por los muros, lo que provoca en las viviendas una entrada de agua que produce humedades de condensación, con los efectos de proliferación de moho, así como un efecto insalubre para los ocupantes de las estancias que alberga.
La decisión de atajar definitivamente estos problemas ha llevado a sus responsables a buscar una solución definitiva. De esta manera, se ha realizado un estudio profundo y la decisión que se tomó fue, de la mano de Demsa, intervenir de forma integral en todos los muros de la planta baja del edificio. La construcción está realizada con muros de diferentes espesores: en el exterior los presenta con 60 cm y en el interior con 60, 30 y 10 cm.
Los muros exteriores están realizados en hormigón y piedra de canto rodada, lo que dificultó la realización de taladros. Los muros interiores, por su parte, son de cemento y ladrillo macizo. La intervención llevada a cabo ha consistido en la perforación con broca de 22 mm de diámetro con intervalos de 15 cm entre orificios y a una altura de 15 cm sobre el nivel del suelo. Los taladros siempre deben realizarse en horizontal y en todas las ocasiones se dejan sin pasar al otro lado del muro. Una vez realizados las perforaciones, se introduce el difusor de cartón prensado y sin colas. Este elemento permite que el líquido introducido se reparta de forma uniforme por el muro, ya que sólo trasvasa el líquido al muro cuando el difusor está en contacto con el material.
Así, se evita que se pueda ir por una oquedad que tenga la propia pared. La trasfusión del líquido es muy rápida, en este caso, en un muro de 60 cm, dura media hora y, lógicamente, el tiempo es menor en los de 30 y 10 cm. Una vez acabada la transfusión, se retiran las coronas y se espera una semana para tapar los orificios. El tiempo de secado del muro varía según las condiciones atmosféricas. El grifo está cerrado y en ese momento es necesario esperar a que se seque antes de hacer el nuevo enlucido. Es posible acelerar el proceso con un mortero antisalino, que evita que las sales salgan al exterior, facilitando su secado y, por supuesto, no se debe pintar, ya que se crea una película que impide que el agua evapore.
Si la aplicación es correcta, la impermeabilización es para siempre, ya que la molécula de xilosanos sólo es destruida por los rayos ultravioleta, inexistentes dentro del muro. Por lo tanto, está garantizado el resultado y no necesita de intervenciones ni mantenimientos posteriores.