Más de la mitad de los edificios de España tienen más de 40 años, no se ajustan a ninguna reglamentación sobre condiciones térmicas y energéticas adecuadas para la habitabilidad y, por tanto, carecen de un aislamiento térmico apropiado, lo que les convierte en ´depredadores de energía´, según la última guía editada por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía y la Asociación Nacional de Fabricantes de Materias Aislantes.
En este sentido, no es de extrañar que de la última actualización de la estrategia española para la rehabilitación energética de edificios se desprenda que cerca de un tercio de las emisiones contaminantes lanzadas a la atmósfera proceden del consumo de energía en hogares y edificios.
Una de las razones que ha llevado a la Eurocámara a acordar recientemente la necesidad de una normativa comunitaria de eficiencia energética que garantice la descarbonización de los edificios en la Unión Europea antes de 2050. Es decir, antes de entonces los Gobiernos europeos deberán desarrollar estrategias nacionales y detallar inversiones para la renovación de los edificios con el fin de reducir las emisiones entre un 80 y un 95% respecto a los niveles de 1990, según el acuerdo preliminar.
Una auténtica ventaja medioambiental que permite compensar la falta de zonas verdes en los núcleos urbanos con el impacto positivo que tienen al mejorar la calidad del aire y reducir la contaminación atmosférica, actuando como sumideros de dióxido de carbono. Al mismo tiempo, representan una mejora para el edificio en términos de impermeabilización, aislamiento térmico y acústico.