Para evitar las humedades, Danosa aconseja realizar el correcto mantenimiento de las cubiertas y azoteas además de mantener los niveles de humedad ambiental entre 40% y 60% en el interior del edificio, “especialmente en baños y cocinas para evitar condensaciones”.
Uno de los focos de problemas más comunes son las humedades por condensación, que son típicas de ventanas, paredes y techos y suelen producirse por la diferencia de temperatura entre el interior de la casa y el exterior, más conocido como puente térmico. “Una familia de tres personas puede generar en torno a 12 l de vapor de agua diarios, lo que exige un aislamiento térmico adecuado para evitar estos problemas”, concretan.
Precisamente, en España el 60% de las viviendas no cuenta con el aislamiento adecuado, ya que fueron construidas antes de 1979, año a partir del cual es obligatorio por ley incorporar el aislamiento térmico como elemento constructivo.
En el caso de sótanos y plantas bajas pueden aparecer humedades por capilaridad, las más difíciles de tratar. El agua del terreno se filtra a la estructura del edificio, por lo que si estas zonas no están convenientemente impermeabilizadas, las probabilidades de tener humedades aumentan exponencialmente.
Por último, están las clásicas humedades accidentales, es decir, aquellas que se producen por una tubería rota o algún derrame que obligan a cerrar la llave de paso para evitar rápidamente la circulación de agua hasta su reparación.