Según el estudio, también se consolidan espacios tradicionales de ocupación como la rehabilitación de edificios, la asesoría en seguridad y salud o la dirección de obras, así como el ámbito del control económico de las obras y las operaciones inmobiliarias y la figura del quantity surveyor, una especialidad característica de los aparejadores.
La irrupción de las nuevas tecnologías es el factor que influirá de forma más directa en la creación de oportunidades laborales. Un impacto que comportará la industrialización del sector de la mano de la aparición de nuevos trabajos vinculados a la construcción virtual, el prototipado o la impresión en 3 D, así como un cambio radical en las propias metodologías de trabajo, con un protagonismo cada vez más alto del BIM, que permite modelar y gestionar todos los datos generados per un edificio a lo largo de todo su ciclo de vida, utilizando software dinámico en 3D y en tiempo real.
Esta metodología ahorra recursos económicos al disminuir pérdidas en el diseño de la construcción y, también, en la explotación, mantenimiento, remodelación e incluso, las reformas posteriores o su derribo.
La sostenibilidad es el otro gran generador de ocupación futura, especialmente en campos vinculados, como es el caso de la eficiencia energética, la gestión de residuos y su reutilización, el análisis del ciclo de vida de los materiales o las auditorías energéticas. Otro campo es el de la bioconstrucción, donde se hace un énfasis especial en la selección y uso de materiales sostenibles en la edificación.
“Se trata de disciplinas que requieren de mayor especialización, pero que quien la obtiene, ya sea a través de la formación o de la propia experiencia, acostumbra a posicionarse en el sector”, afirma Jordi Gosalves, presidente del CAATEEB.