El coordinador del Comité, Rafael Sarasola, informó de los objetivos preferentes en esta etapa en la que la unidad de fuerzas es básica. En concreto destacó cuatro puntos como inicio de un proceso para la mejora de la profesión: 1. La importancia del instalador de pasiva en la obra, y en este sentido la necesidad de reconocimiento y dignificar la profesión. 2. La necesidad de incluir la instalación de pasiva en el Reglamento de instalaciones de protección contra incendios (RIPCI). 3. Observar cauces para hacer frente a la morosidad. 4. Poner en marcha un registro de instalador de pasiva, que cumpla unos requisitos similares al instalador de activa.
Tras un debate entre los asistentes presenciales y virtuales se concretaron nuevas ideas para la mejora. Entre las conclusiones, se pueden destacar las siguientes: La estrategia clave, pasa por crear el registro de instalador de pasiva, como un marchamo y garantía de calidad; incrementar los contactos con bomberos y promover su papel para el control y certificación en obra; utilizar el certificado de obra como instrumento de cobro ante la morosidad; la necesidad de independencia del fabricante de productos de protección pasiva en lo que se refiere a la instalación de producto; un producto de excelente calidad mal instalado no sirve, por ello es básica una buena instalación, siguiendo los criterios y porcentajes adecuados para que se cumpla el objetivo de salvar vidas y bienes.
En definitiva, una buena instalación es garantía de seguridad.