Con el fin de combinar el mundo de la gastronomía con el arquitectónico, “los interioristas se decantaron por la búsqueda del equilibrio entre la elegancia residencial y la artesanía”, aseguran desde la empresa.
"Este espacio fue concebido como una gran cocina, una oficina, un área de trabajo conjunto. Un laboratorio de ideas, una zona de eventos y a la vez., como una galería de arte. Por lo tanto, la clave era crear un espacio versatil capaz de adaptarse a los diferentes requerimientos, tanto de estudiantes como las necesidades de las empresas que organizan sus propios eventos. Por ello era imprescindible que fuera un espacio multidisciplinar e innovador que conviviera a la vez con el diseño tradicional italiano", afirma Francesco Lopes, socio de Sonia Peronaci