La UCE (Unión de Consumidores de Euskadi); la ASGEC; UCC (Unió de Consumidors de Catalunya); ADECES, la Asociación Pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales. UCGAL y la Unión de Consumidores de Galicia advierten que Documento de Seguridad en caso de Incendio (DB SI) se sigue inspirando (igual que el vigente) en las normas del Reino Unido, cuestionadas después del incendio de la Torre Grenfell en Londres.
En consecuencia, las asociaciones reclaman al ministerio que la regulación contra incendios en las fachadas mejore la seguridad y se aborde del lado de la protección de los residentes. A juicio de estas asociaciones la devaluación permanente de la seguridad de la norma española iniciada en 2011 "entra en el ámbito de la imprudencia".
Esta propuesta permitirá, en caso de aprobarse, que más del 80% de los inmuebles usen en las fachadas "materiales y soluciones más combustibles y peligrosas". Este riesgo se incrementa teniendo en cuenta que el 93% del parque de viviendas es susceptible de ser rehabilitado térmicamente, ya que se construyó antes de la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación (CTE).
Mejorar el proyecto del DB SI
La propuesta de 2018 pretende permitir en edificios de hasta 18 m de altura, el 80% del parque inmobiliario, el uso de materiales aislantes y acabados exteriores combustibles de clase D. Solo dos letras por encima de la peor clasificación posible, F. Por otra parte, respecto a los humos, la propuesta permite materiales s3, la peor posible según la clasificación europea (Euroclases). Los humos, por la opacidad que generan, dificultan el rescate en caso de incendio y son responsables del 75% de las muertes.
El proyecto del DB SI solo mejora la norma vigente en la producción de gotas, ya que exige d0 (materiales que no produzcan gotas inflamadas) frente a la d2 anterior (materiales que producen gotas inflamadas y duran más de 10 segundos), la peor clasificación. Todos los países a excepción del Reino Unido ya exigían d0. La otra mejora es la relativa a las fachadas en edificios de más de 28 metros para las que se exige B-s3, d0 en los acabados exteriores y A2-s3-d0 en los aislantes a emplear.
El conjunto de la propuesta ahora en estudio y la regulación vigente, "es peor que la de otros países ya sea por la altura a partir de la que se aplica, por la regulación de los humos (s3) o por la combustibilidad de materiales y acabados permitidos, hasta D", advierten estas entidades.
Normativa de seguridad en caso de incendio en Europa
Por ejemplo, Francia, Suecia y Finlandia, exigen A2, para todas las alturas. Los nórdicos mejoran los humos hasta s1 y Portugal hasta s2. Por su parte, Reino Unido exige desde los 18 metros, A2-s3 y no desde los 28 metros como hace la propuesta española.
El reciente incendio de Badalona ha puesto de manifiesto que según las circunstancias (altura del edificio, edad y condición de los ocupantes, aspectos estructurales, etc.) las graves consecuencias de un incendio se producen a cualquier altura, pudiendo verse muy incrementadas si se hubiese rehabilitado la fachada con materiales combustibles (no en vano algunos ocupantes se salvaron descendiendo por ella). El incendio en diciembre de un edificio en Denia refleja los riesgos de una mala regulación.
Para las asociaciones citadas, resulta incompresible que, abordando la mejora de la clasificación de las gotas y equiparándola a los países más exigentes, "no se equipare también la combustibilidad (que incluso empeora para la mayor parte de la edificación) ni se mejoren los humos".
Por todo ello, las asociaciones reiteran sus peticiones a los responsables públicos:
- Impedir que las fachadas de edificios con tres o más plantas, sean aisladas o revestidas con materiales o soluciones que no sean EUROCLASE A, es decir, evitar los materiales combustibles en estas posiciones, con opacidad de humos S1 y producción de gotas D0.
- Prohibir el uso de materiales combustibles en los espacios ocultos (interior de paredes, trasdosados) por los que trascurran conductos eléctricos, porque en caso de incendio contribuyen a su propagación.
- Exigir que los materiales empleados sean sometidos a los ensayos propios que certifiquen su comportamiento frente al fuego, al margen de las soluciones en las que se integran.
- Mejorar los sistemas de evaluación y análisis del comportamiento de los materiales. Los actuales no reflejan lo que ocurre en un incendio real en la fachada de un edificio.