En este sentido, los datos de rehabilitación ponen de manifiesto “la necesidad de que el sector público y privado cooperen en definir planes que estimulen la actividad y el empleo con políticas públicas adecuadas (subvenciones, ayudas fiscales…) y créditos a bajo interés”. Según Afelma, es necesario habilitar ayudas plurianuales para afrontar la rehabilitación energética equivalente a 350.000 viviendas al año, con lo que se ahorrarían 36 millones de TEP y 130 millones de toneladas de CO2 en su vida útil, con el consiguiente descenso en la factura energética nacional y de los ciudadanos, tal y como señala la fundación La Casa que Ahorra.
Sin embargo, el PNIEC marca una meta de 120.000 viviendas rehabilitadas/año (lejos del 3% anual recomendado por la UE). Hasta 2011, había en España 16,5 millones de viviendas principales construidas antes del 2006, fecha de la entrada en vigor del DB-HE. Al ritmo del PNIEC se concluiría su rehabilitación en 137 años.
“Una buena rehabilitación bajo un paraguas normativo exigente reducirá la pobreza energética, que alcanza, según ACA (Asociación de Ciencias ambientales), a 1,8 millones de personas y ahorraría a la administración unos 370€ por vivienda en costes sanitarios y laborales, según datos de La Casa que Ahorra, además de reducir el número de muertes adicionales de invierno debido a temperaturas frías en la vivienda, que actualmente se encuentra en 650 personas menores de 65 años”.
En efecto, según WWF, el ahorro económico que se consigue mejorando el aislamiento de las viviendas es cuatro veces superior a los beneficios que se consiguen si tan sólo se modernizan los equipos de climatización o se instalan equipos solares en los edificios. Este ahorro alcanza hasta los 578€/año por vivienda (al menos el 50% de sus costes).
El potencial de ahorro energético anual también puede alcanzar a la industria española, situándolo en 13.600 GWh y 3,4 Mt de CO2, es decir 400 millones de euros al año.
El efecto de la norma y la rehabilitación en la calidad edificatoria
“A estas alturas seguir hablando de rehabilitación térmica resulta anacrónico en la medida que toda rehabilitación, si está bien planificada y ejecutada, puede extender sus beneficios hacia otros aspectos de la calidad edificatoria”, aseguran desde Afelma.
En este sentido “se hace imprescindible que las exigencias térmicas, tanto en obra nueva como en rehabilitación, vayan acompañadas de la prohibición de empeorar las condiciones acústicas y de seguridad preexistentes”, ya que con ello se garantiza no empeorar las condiciones de vida de los residentes en las edificaciones.