"En este contexto, el mercado ha pasado a estar dominado por los compradores, especialmente aquellos que disponen de liquidez en estos momentos", dicen.
El comprador nacional seguirá siendo protagonista, señalan, mientras que inversores extranjeros, mayoritariamente extracomunitarios, analizan la oferta en estos momentos en busca de buenas oportunidades de inversión. A corto plazo, y en el caso de que la crisis sanitaria se sofoque en mayo, el mercado inmobiliario volvería a la normalidad en junio registrando una reactivación drástica de las operaciones. No obstante, en el peor de los escenarios, quedaría lastrado hasta mediados del tercer trimestre.
Por otra parte, una de las grandes amenazas que existen en estos momentos en el mercado es el impago de las rentas por parte de los inquilinos tanto de viviendas como de locales comerciales, una posibilidad que preocupa a los propietarios con poco margen de maniobra. Y
es que alrededor del 90% de la oferta de alquiler en España pertenece a propietarios particulares, mientras que el 10% restante se reparte entre la Administración, fondos de inversión y grandes tenedores. La solución pasa por la negociación privada entre arrendadores y arrendatarios para evitar un bloqueo inmobiliario y judicial.
Iñaki Unsain, presidente de AepsI, afirma que la variación del precio de la vivienda depende, principalmente, "de la evolución del empleo, el PIB y los tipos de interés. Cuando estas variables se mueven a la baja el precio de la vivienda desciende. Esta variación final del precio será mayor o menor en función del plazo de recuperación, por lo que nos encontramos ante una crisis temporal en forma de U, donde el tiempo decidirá todo. Cuanto más se alargue el parón de la economía mayor será la caída del precio".