En el mercado encontramos un gran número de soluciones eficaces y de gran calidad. Para elegir el sistema que mejor se adapta al proyecto constructivo es necesario tener en cuenta algunas consideraciones técnicas.
Tipo de elemento que se va a impermeabilizar y uso
Dependiendo de si es una cubierta plana o inclinada, o del tipo de uso que se le vaya a dar (transitable, no transitable, ajardinada, Deck o industrial...), se deberá optar por un sistema u otro de impermeabilización, valorando elementos como la compresión, el desgaste, la exposición a los elementos, etc.
Las superficies sometidas a un uso intenso, como la superficie de un garaje, requerirán un producto con gran resistencia a la compresión y al desgaste, frente al empleado para tratar una cubierta ajardinada, donde se deben tener en cuenta otros aspectos como la acción de las plantas, la aparición de restos o el drenaje, entre otros.
Factores meteorológicos
La cubierta está sometida a la acción de los elementos externos, por lo tanto, el sistema de impermeabilización debe garantizar una perfecta protección ante el agua de lluvia, el viento, la nieve y el hielo, así como ante la humedad generada por la condensación. Tampoco hay que olvidar la humedad residual del soporte, que puede dificultar la aplicación de determinados productos.
Otro factor a tener muy en cuenta, ya que puede comprometer la resistencia y la vida útil del producto, es la acción de los rayos UV. La incidencia del sol sobre el sistema de impermeabilización puede hacer que este pierda flexibilidad con el paso del tiempo.
Por último, hay que tener presente la acción corrosiva de los derivados de sales, cloruros en general, carbonataciones etc., que también pueden afectar a las estructuras y, por lo tanto, repercutir sobre la impermeabilización. En este caso, existen determinados impermeabilizantes que cumplen la doble función de impermeabilizante y de protección del hormigón.
Impacto ambiental
El sector de la construcción demanda soluciones no solo eficaces, sino compatibles con criterios de sostenibilidad y eficiencia energética. La Declaración Ambiental de Producto (DAP) ayudará a conocer el comportamiento ambiental de un producto a lo largo de su vida útil.
Además, hay que tener en cuenta la legislación vigente recogida en el Código Técnico de la Edificación (CTE) para estos usos. Ahí se establece que todos los productos deberán tener su correspondiente marcado CE para el uso previsto (no se podrán utilizar productos con marcado CE si su uso previsto no es la impermeabilización definida en la norma).
Si no existe un marcado CE disponible para ese uso previsto en impermeabilización, entonces deberá tener una evaluación técnica favorable de su idoneidad, por entidades autorizadas como el Instituto Eduardo Torroja (IETcc), Tecnalia, el Instituto de la Construcción de Cataluña (ITeC) o cualquier otro instituto europeo autorizado. Entre las evaluaciones más comunes encontramos ETEs, DITs, DITs PLUS o DAUs.
Acciones sobre el terreno
Por último, hay que considerar aquellas acciones externas sobre el terreno que, de alguna manera, pueden comprometer la estabilidad del inmueble. Los edificios son casi “seres vivos” en el sentido de que están sujetos a los movimientos del terreno, del propio asentamiento al entrar en carga y otros factores como puede ser la construcción de un tramo subterráneo del Metro. Esos movimientos pueden crear grietas o hacer que grietas existentes se expandan. Por ello es importante que se opte por productos que garanticen una adecuada capacidad de puenteo de fisuras.
Una buena impermeabilización tendrá en cuenta todo aquello que en el futuro pueda modificar sus características iniciales, utilizando los elementos prefabricados existentes, cumpliendo lo expresado en las diferentes normativas y fijando un plan de mantenimiento futuro.