La mayoría de países protegen sus edificios de viviendas y oficinas a partir de alturas similares (28 a 32 metros), consideradas no practicables para la extinción de un posible incendio desde el exterior del mismo. Estos países extienden las medidas de protección contra incendios requeridas para edificios de uso residencial público a la edificación de uso residencial vivienda y uso terciario; ofreciendo así una mayor seguridad a aquellos que residen o trabajan en edificios a partir de ciertos umbrales de altura.
También las exigencias de protección contra incendios para dotar hospitales y residencias geriátricas consideran el uso de rociadores en estos tipos de uso, por ejemplo, en función de su altura, superficie o número de camas.
“Cada año vemos que más países adoptan nuevos requisitos o incentivos a través de un diseño basado en prestaciones para instalar rociadores en edificios”, afirman desde Tecnifuego. Esto continuará, particularmente en residencias de ancianos en hospitales y en pisos de bloques de viviendas en altura; donde queda claro que sus ocupantes tienen un mayor riesgo ante un incendio. “Los rociadores salvan vidas, probado desde hace más de un siglo”.