La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en octubre de 2018 una nueva guía del ruido, en la que bajaba los umbrales de exposición al ruido considerados como saludables. En ella, se instó a reducir los niveles por debajo de 53 decibelios durante el día y 45 por la noche para el tráfico rodado, considerada la principal causa de contaminación acústica; y en España cerca de 9 millones de personas soportan niveles de ruido superiores a los recomendados en horario diurno.
“Y es que, según los datos de la encuesta del INE sobre Condiciones de Vida (2018), el ruido procedente de vecinos o del exterior es un problema para el 17% del total de hogares a nivel nacional, o lo que equivale a 3.150.000 hogares”, explica Afelma. En términos porcentuales “estaríamos hablando de que en Madrid el problema asciende al 23% de los hogares, en Navarra al 26,4%, en la Comunidad Valenciana al 25%, en País Vasco al 21% y en Baleares y en Andalucía al 18,7%”.
“Se ha documentado cierta relación entre la contaminación acústica y el riesgo de padecer HTA, angina de pecho o un infarto agudo de miocardio. Esto se debe a una activación de hormonas nerviosas, que va a provocar el aumento de la tensión arterial o la vasoconstricción, entre otras”. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, el exceso de ruido interfiere con las actividades diarias en el hogar, el trabajo y la escuela, reduciendo el rendimiento y provocando cambios de carácter y, también, advierte de que puede causar trastornos del sueño, efectos cardiovasculares y también psicológicos y fisiológicos.
El presidente de Afelma, Oscar del Río, ha asegurado que el retraso en la mejora de la normativa en España “se traduce en un elevado porcentaje de viviendas con malas prestaciones acústicas. Si tenemos en cuenta el año de construcción, un 68% de las viviendas están construidas sin exigencias acústicas. Este porcentaje se eleva al 93% si se tienen en cuenta las viviendas construidas antes de la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación (CTE)”.
Cómo actuar para prevenir la contaminación acústica
El aislamiento o acondicionamiento acústico son medidas que incrementan la calidad de vida de los usuarios porque evitan el ruido y protegen la intimidad. La principal función del aislamiento es reducir la transmisión de ruidos del exterior al interior y viceversa y, por su parte, el acondicionamiento mejora la calidad acústica del interior y, a su vez, disminuye la reflexión de las ondas sonoras.
En cuanto a los materiales, las lanas minerales están reconocidas a nivel internacional como aislante acústico de garantía y se emplean en países con mayores exigencias acústicas que las de España, proporcionando una ganancia de aislamiento de hasta 70 decibelios.
Del Río afirma que los usuarios deberían “conocer las herramientas existentes en el mercado de la edificación para vivir o desarrollar su trabajo en ambientes acústicos óptimos”.
Es por esto por lo que, Afelma expone a continuación las principales funciones de las lanas minerales en la construcción:
Amortiguar el ruido: si las lanas minerales están ocultas en el interior de los cerramientos, independientes de los parámetros, su función es amortiguar el ruido, incrementando el aislamiento acústico del elemento constructivo. Además, la elasticidad de las lanas minerales les permite actuar como muelle, eliminando la resonancia de la cavidad. Es importante destacar también que cuando las lanas minerales se colocan entre los elementos impactados, como suelos, bajantes u otras estructuras del edificio), incrementan notablemente dicho efecto amortiguador.
Corregir la acústica: las lanas minerales reducen la reverberación de los espacios, proporcionando ambientes más silenciosos y confortables. Esto es debido a la porosidad abierta que proporciona una elevada absorción acústica.
En España aún queda camino por recorrer
Según considera el presidente de Afelma, Oscar del Río, “cada vez se hace más necesario actualizar las exigencias acústicas y, en consecuencia, someter al CTE a una revisión al alza, equiparándonos a nuestros vecinos europeos. Consideramos que sería necesario crear una calificación acústica, de igual forma que existe la certificación energética para edificios”.
Para Afelma, en España existen diversas asignaturas pendientes para terminar con el ruido, aunque las más importantes serían:
Mejora de la normativa acústica: debería incluir la medición “in situ” tanto en obra nueva como rehabilitación para verificar el cumplimiento de las exigencias normativas y la consecución de los objetivos acústicos.
Acondicionamiento acústico: es imprescindible proceder a la revisión de las condiciones acústicas de los locales públicos y, en caso de ser necesario, proceder a las operaciones de acondicionamiento acústico que mitiguen la reverberación del ruido, dificultado la conversación y el bienestar.
Cédula de habitabilidad: condicionar la entrega de la cédula de habitabilidad a la comprobación previa del cumplimiento de la normativa acústica por medio de mediciones in situ.
Formación en la acústica de edificios: es un imperativo reforzar el conocimiento de los profesionales, tanto en materia acústica, como de los materiales y sus propiedades, ya que con un diseño y ejecución cuidadosa con los materiales apropiados, se pueden conseguir buenas condiciones acústicas, incluso por encima de las exigencias normativas.
Rehabilitación acústica: se trata de una asignatura pendiente que cobra especial importancia debido al impulso que se pretende otorgar a la rehabilitación energética de edificios. Es preciso evitar que la mejora térmica empeore las condiciones acústicas preexistentes antes de la rehabilitación.