La Estrategia Española sobre Economía circular “España Circular 2030”, aprobada el pasado año, se marcaba como uno de sus objetivos, la reducción de un 30% en el consumo de materiales y de un 15% en la generación de residuos. En esta línea, estrategias intersectoriales de economía circular como la aplicada por el sector cementero, permiten optimizar el aprovechamiento de residuos/recursos infrautilizados. Algo que, en el medio plazo, reduce el volumen de materias primas naturales utilizadas y los costes económicos y ambientales derivados de los procesos de eliminación de residuos.
La industria cementera lleva, desde 2004, explorando este tipo de interconexión de los procesos industriales con casi 90 sectores empresariales, que abarcan actividades tan diversas como agroalimentación, madera, textil, petroquímica, minera, siderúrgica, papelera, etc. Esto le ha permitido optimizar sinergias hasta convertirse en uno de los mayores recicladores de residuos minerales de nuestro país y líder en valorización energética. En total, ha reintroducido en el circuito económico casi 60 millones de toneladas de residuos, que abarcan desde residuos de demolición, hasta espuma de azucarera, pasando por un largo etcétera de cenizas, escorias metálicas, lodos, arcillas…
Solo en 2019 (último año con datos disponibles en el estudio), se valorizaron más de dos millones de toneladas de residuos, la mayoría materialmente (1,4 Mt). La recuperación material permitió reintroducir en la economía residuos procedentes de 39 CNAE’s distintos, mientras que la valorización energética abarcó 49 CNAE’s. Todo esto supone un ahorro en emisiones estimado de casi 1 Mt de CO2 equivalente, y un ahorro económico potencial de 115 M€, en toda la cadena de gestión de los residuos, al no enterrarlos en vertederos.