Los trabajos comienzan aislando la fachada con una lana mineral de 60 mm de espesor, cuyo objetivo es mejorar las características tanto térmicas como acústicas de la envolvente. A continuación, se rastrela la fachada, con anclajes puntuales cada 500 mm y perfiles continuos de aluminio en forma de omega y piezas especiales de cuelgue, sobre las que van las bandejas de panel composite.
Para decidir los anclajes adecuados, se realiza un estudio de cizalladura y también de tracción en las distintas superficies de la fachada del edificio.